Seleccionar página

Inicio   •   Biografía   •  Libros   •  Blog   •  Ensayos  •  Contacto

Miró embelesada la vitrina

Recorría todos los días la misma calle. Comenzaba de madrugada y terminaba cuando ya no quedaba casi ningún peatón a quien venderle sus productos. Llevaba un modesto carro, repleto de sándwich de queso con jamón que ofrecía a un insignificante precio. Por lo general sus clientes eran obreros y uno que otro lustrabotas. A veces aparecía una secretaria o un junior que disfrutaban del tibio pan amasado hecho con sus propias manos.

Se acercaba Navidad, y había agregado al stock de emparedados unos suaves empolvados con manjar envueltos en lindas bolsitas de nylon y cinta roja. Cautivaban a los que pasaban por ahí. Además de parecer un delicado regalo, se veían apetitosos, por lo que las ventas de ese día fueron un éxito; no le quedó ninguno. Al día siguiente, repitió la receta segura de volver a hacer un buen negocio. Se levantó de madrugada para preparar panecillos y empolvados, y colocándolos ordenadamente en su rudimentario carro, tomó silla y mesa plegable y partió como siempre al paseo Ahumada.

Apenas comenzaba a salir el sol, y aun brillaban las luces verdes y rojas del árbol de Navidad que decoraba el gran aparador de aquella multitienda. Miraba embelesada la vitrina, como sintiéndose sometida a una hipnosis. Con los ojos clavados en el resplandor de la luz, su cuerpo comenzó a volar con suavidad, perdiendo el sentido y noción del tiempo. Flotaba inconsciente y plácida como pluma arrastrada por el viento. Quería seguir así, suspendida en la nube de un sueño extraño y abrazada por una brisa fresca. Podía olor la lavanda y escuchar suave música de violín que a lo lejos se mezclaba con el sonido de un riachuelo. La paz y serenidad la invadían.

De pronto sintió una punzante y aguda presión en el pecho que la hizo caer con violencia en una tormenta de voces agitadas que estrepitosamente pedían un aparato extraño:

-¡Desfibrilador ahora!

Y después de oír ese grito desesperado, volvió a hundirse en aquel apaciguador sueño de brillantes luces verdes y rojas.